Foto Superior: José Luis Ojeda. Foto inferior: Javier Milla.
José Luis Ojeda y Javier Milla son dos grandes fotógrafos y ornitólogos, que participarán con sus fotos en la exposición. Hoy es José Luis, el que va a contarnos la emoción que sintió al salvarle la vida a un vencejo.
Los vencejos (Apus apus) son unas aves muy curiosas. Pasan la mayoría de su vida volando. Tienen unas alas muy grandes en proporción a su cuerpo, y unas patitas muy pequeñas, ya que casi no las necesitan. Su pico es enorme y eso le permite capturar gran número de insectos mientras vuelan.
Estos vencejos son los protagonistas de las historias que os voy a contar. Seguro que alguien ha visto alguna vez en su vida uno de estos pajarillos en el suelo. Se suelen tirar del nido cuando hace mucho calor (sus nidos están debajo de los tejados). Un día me encontré un vencejito en el suelo que no se movía casi nada. Lo cogí, vi que estaba bien, y lo lancé al aire (esto sólo se puede hacer cuando ya son algo mayores y tienen todas sus plumas). En ese momento comenzó a volar y volar hasta que le perdí de vista. Ese día estuve muy contento porque creo que pudo salvarse.
Al cabo del tiempo, me encontré otro, también en el suelo. Lo cogí e hice lo mismo. Comenzó a volar, pero en vez de subir, iba siguiendo la calle a baja altura, con tan mala suerte que un coche al doblar la esquina, le dio un golpe. Fui corriendo para ver como se encontraba. Lo cogí entre las manos y me lo llevé a casa. Cuando llegué, lo metí en una caja de cartón con agujeros, le dí de beber y comer y lo dejé descansar varios días. Cuando vi que estaba mejor, lo solté de nuevo, esta vez en un lugar donde no había coches. Empezó a subir y subir y se perdió en el cielo. Creo que es una de las cosas más gratificantes que te puede pasar: ver que le puedes salvar la vida a un animal tan indefenso.
José Luis Ojeda