En el artículo, el autor, Francisco Heras Hernández, defiende que considerar la eficiencia (entendida como relación entre los resultados obtenidos y los recursos empleados para ello) de nuestras tecnologías para la explotación de recursos como la solución a todos nuestros problemas, es un gran error, ya que a menudo la mejora de las eficiencias conlleva un aumento del consumo global del recurso en cuestión, además de que en muchas ocasiones supondría una bajada de precio y, por tanto, una relajación de nuestras pautas de consumo.
Pondremos el ejemplo de la construcción de un nuevo AVE entre dos ciudades, que en un principio es considerado como una buenísima medida para disminuir el número de vuelos que se produzcan entre dichas urbes. Esta primera estimación basada en la mayor eficiencia del nuevo tren frente al avión, sin embargo, no tiene en cuenta que también antiguos pasajeros de autobús (mucho más eficiente) preferirán el uso de este nuevo transporte bastante más cómodo y rápido. Además se inducirán nuevos viajes que de no existir este tren tan veloz no se realizarían.
De esta manera, tanto en la escala de la globalidad, como en la de la individualidad, probablemente aumente el consumo del recurso al producirse una mejora de la tecnología de explotación. Y aun en el caso de que no se diera un aumento del consumo directo de este recurso, la disminución de su precio nos permitiría disponer de más dinero que acabaríamos empleando en cualquier otro consumo que probablemente requiera el uso de algún otro recurso, a este hecho se le denomina efecto rebote y recientes investigaciones del Centro de Investigaciones Energéticas del Reino Unido confirman que dichos efectos son cuantiosos y deben ser muy considerados a la hora de determinar el impacto potencial de las medidas de eficiencia energética.
No pretendo negar las muchas razones de peso que existen para promover la eficiencia, sin embargo , debemos ser conscientes de los efectos secundarios (como el efecto rebote) que en muchos casos estos cambios conllevan , para evitar, sobre todo , que la mejora de la eficiencia signifique un mayor reclamo y uso de los recursos.
Tu último párrafo me ha llegado al alma. Siempre se construyen campos de golf, justificando que se usarán aguas de estaciones depuradoras para regarlos, pero el agua de una EDAR (estación depuradora de aguas residuales) tiene un alto coste y pienso que sería mucho mejor que se empleara para la agricultura, lo que disminuiría el uso de aguas subterráneas (aguas fósiles).
ResponderEliminarY pensando en actividades innecesarias y en malos usos de los recursos, se me ocurren muchos ejemplos, pero ¿qué me decís de la cantidad de oficinas, espacios de ocio y hogares en los que hay que abrigarse en verano por la temperatura a la que ponen el aire acondicionado y quedarse en mangas cortas por la bochornosa temperatura de la calefacción?
Espero que haya muchas personas que reflexionen sobre esto y opten por un modelo de vida más acorde con los recursos del planeta.
Muchos besos y mucha suerte.